La molienda de caña de azúcar es una fiesta típica en Panamá. Decimos fiesta porque, a pesar del trabajo, los productos, zumo de caña, dulce de panela, raspadura con coco, etc., son todos una delicia al paladar y además hay mucha alegría en el lugar donde se muele la caña.
Bueno, fiesta al menos para los humanos, porque para el caballo que lleva la viga giratoria del trapiche, si no tiene un dueño que le trate con cariño y no lo acelere el paso dando vueltas y agite, puede resultarle una pesadilla al equino.
Generalmente los pequeños cultivos de caña de azúcar en Panamá no son abonados con fertilizantes artificiales, se valen de las cenizas de la quema del donde donde el cultivo de caña se ha plantado, y lo que es fenomenal, no reciben ningún tipo de pesticidas.
Lo único de los que se preocupan los campesinos es de darle limpieza, quitar las hierbas con un machete, al cañaveral, de esta manera, según los agricultores, evitan que las termitas se coman la caña. El resultado es un producto de primera categoría, totalmente ecológico.
El único inconveniente que nosotros le vemos al cultivo de caña en los minifundios panameños radica en la necesidad de trasladar el cultivo al cabo de varios años, 4-6 años, lo que trae como consecuencia la tala de una parcela de bosque.
Lo ideal sería tener un par de terrenos, rotar su uso, cultivando uno con la caña y dejar el otro en barbecho, y que sirva de depósito de la materia orgánica de los desperdicios que salen del hogar.
Aún así, después de un par de años, el campesino se verá obligado a cortar los arbustos (el monte crece rápido en Panamá) que se han instalado en la parcela sin cultivo, pero al menos no talaría los bosques ya establecidos o viejos.
Esperamos que la molienda de caña en Panamá nunca desaparezca, pues es un evento que merece la pena disfrutar. Y recomendamos a los campesinos panameños que traten con cariño a sus caballos, generalmente lo hacen.
Si alguna vez visitas Panamá, no te pierdas una molienda de caña. En cualquier aldea de la campiña panameña encontrarás una.
Agradecimientos
Siempre le estaremos agradecidos al caballeroso Sr. D. Juvenal Valdés y a su querida madre, Doña Inés de Valdés, de Juan Díaz del Corregimiento de Antón, provincia de Coclé, Panamá, su hospitalidad y por habernos permitido estar en varias de sus moliendas de caña. Fueron momentos inolvidables.
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